viernes, 8 de abril de 2011

El Meo y la Lietita. CAPITULO I

Como mencione en un estado de facebook hace tiempo, para mi si en El Salvador se llegara a dar una versión de Romeo y Julieta seria entre un busero y una vendedora de mango… pues bien aquí esta la historia del amor salvadoreño… LA HISTORIA DE EL MEO Y LA LIETITA.

Entre medio del aplastante sol, monte, gallinas, vacas, King Flyps y demás se había criado Romeo Emnuel Hidalgo Prieto. Nacido en el 85 entre medio de bombas y acuerdos de paz, “Meo” para sus cheros, era un joven Migueleño como la gran mayoría, había realizado estudios hasta 9° grado, no quiso ir al bachillerato puesto que él siempre supo que eso del estudio no era algo para él; sus sueños siempre fueron viajar y ganar suficiente dinero como para poder llenarse la panza a base de pupusas, frijoles, arroz, tortillas y sal.

Tomando en cuenta sus aspiraciones, a muy temprana edad se instruyó en el arte de conducir automotores, esto lo haría junto a Don Chucho, el viejo camionero de la colonia. A los 18 años Meo ya era un conductor muy experimentado, Don Chucho le dio el dinero para que sacara su licencia a cambio de que trabajara con él. Y así fue, Meo trabajo como camionero durante 6 años y medio, hasta que un día el buen Don Chucho murió.

Meo al quedarse sin fuentes de ingreso para mantener a su familia, para su fortuna no era muy grande {Su madre, su hermano menor y el chucho “Firulays”}, como todo buen Salvadoreño empezó a “rebuscarse” para ver de donde sacaba algunas fichitas, y, de conexión en conexión termino parando en la terminal de buses de San Miguel. Una vez ahí lo mandaron a buscar a Don Quincho, el dueño de la Capril, un bus tan viejo como su dueño, el cual realizaba su recorrido de San Miguel a Usulután diariamente.

Después de varios minutos “dundiando” de un lado para otro logro localizar a Don Quincho, un señor de varios años, muchas canas y barba blanca, perfectos elementos para enmarcar su semblante serio y agriado; tras de muchos ruegos y suplicas Meo logro convencerle para que le diera una oportunidad conduciendo el sábado, todo esto porque ese día su conductor de turno iba a tomar descanso. Meo muy contento de la vida y agradecido con Don Quincho se retiro a su casa, a esperar el gran día.

Los días pasaron y el sábado tan esperado por Meo llego, el día para comenzar su nuevo trabajo… y una nueva parte en su vida también.

Al comenzar el día varios de sus nuevo colegas le dieron los lineamientos que todo buen busero debe conocer: a) Es el amo y señor de toda la calle b) No le debe de importar en lo mas mínimo la integridad de sus pasajeros c) Jamás va a hacer algo que merezca una esquela JAMAS! d) Los buses están hechos de hule por lo tanto soportan un mínimo de 150 pasajeros y el máximo es el infinito elevado a la sexagésima potencia e) Los buses jamás envejecen.

El día continuo lentamente y pasado el primer viaje, los nervios de Meo se fueron disipando. Las horas fueron corriendo poco a poco y con ellas los viajes; el segundo, el tercero y ya finalmente en el cuarto ocurrió algo que Meo jamás iba a llegar a imaginar…

Eran ya las 4 de la tarde, el día claudicaba lentamente y Meo ya se encontraba en El Transito haciendo la clásica parada de 10 minutos en el mercado de dicha localidad, esto para continuar su corto pero extenuante viaje final hacia San Miguel. Sintió de repente un antojo, el aroma a cítricos había activado sus papilas gustativas las cuales exigían una fruta !MANGO! Al ser el comandante de un potente Mercedes-Benz del 75 no podía abandonar su mando ni en el mas mínimo instante así que le grito al viento ¡MANGOOO!

Abajo del bus, Julieta, la Lietita como le conocían sus amigas del mercado, una joven muchacha de 18 años, piel morena, pelo negro, esbelta figura y ojos cafés oscuros como la bebida que consume ella todas las mañanas; escucho el grito al cual atendió rápidamente puesto que era parte de su carga de mercancía lo que la voz exigía. Al subir al bus identifico que la vos demandante de dicha fruta era la del motorista, inmediatamente noto que era alguien nuevo, lo sabía porque su atención quedo fijada a el muchacho moreno, con unas libritas demás, las cuales se notaban en su abdomen abultado de pasar sentado tras del volante varios años de su corta vida; pero ella no reparo en eso… ella sabía que él era alguien especial, alguien a quien no podía comparar con otra persona que se hubiese cruzado en su vida anteriormente, ninguno de sus otros veinte novios, los cuales había amado hasta el cansancio, habían generado tal sensación en ella con su simple presencia.

Meo al ver una bolsa de mango casi a la par de su rostro y una vos tímida y entrecortada diciéndole “vaya!”, inmediatamente busco entre sus bolsillos una “cora” para pagarle, al sacar la moneda de sus bolsillo izquierdo volteo su cara en busca del rostro de la persona que le entregaba el fruto… sorpresa suya al encontrarse con una muchacha tan distinta a las demás, diferente a todas las que había visto en su vida.

En el momento en que el Meo le entregaba la moneda a la Lietita, esté no pudo evitar cruzar su mirada con la de ella por unas fracciones de segundos, pero fueron suficiente para saber que ella le miraba, y a ella también le bastaron para saber que él la miraba. Quizás en el momento por ser muy corto ninguno de los dos comprendió el porqué de tanta emoción por una mirada, ninguno de los dos sabia que esa era una mirada que solo una vez en la vida llegarían a experimentar, una mirada que les cambiaria la vida, una mirada capaz de marcar una diferencia… una mirada que sería el punto de partida a una historia…

Bueno amigos míos, con esto termina el primer capítulo de esta especie de “novela”, si es que se le puede llamar así. Espero que sea de su agrado y cualquier sugerencia será recibida para mejorar.

Esta novela seguirá desarrollándose siempre que sea bien recibida por ustedes, espero deseen conocer que viene para el segundo capítulo.

Mil gracias una vez mas si han leído mis estupideces, perdón por quitarles vida.

Bendiciones y para finalizar les dejo esta cita bíblica:

“El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo”.
Carta a los corintios 4-7

:)

1 comentario:

  1. hijo, es una interesante propuesta, esta tu "novela" se ve q tendrá futuro, espero no la arruines ¬¬ xD

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